Esta web está en desarrollo, tendrás contenido nuevo próximamente X

Visto en el Semanario pintoresco español

Marcos Olmedilla Sanz, Miembro del Foro de Lectura y Pensamiento (LECTIO) del Centro de Estudios Gregorio Marañón/UCM

El pasado jueves fui al quiosco para hacerme con un par de periódicos de tirada nacional. Le dije a la regente del puesto los que deseaba comprar, pero ella se negó a vendérmelos; siendo más, me entregó una revista queriéndome convencer de su calidad superior —aunque realmente le daba igual lo que yo pensase—. Insistí en que mi disposición era adquirir los dos diarios, pero ella, dueña de la oferta, no me dio elección. Como consuelo me hizo saber que el montante sería el mismo, por lo que ella no perdería dinero, y yo tampoco. Al no querer discutir, cogí la revista, una caja de chicles, pagué y me marché.

Daba la sensación de que era una revista de carácter moralista, pero escrita de un modo políticamente incorrecto. Es decir, que consistía en una revista políticamente correcta desarrollada en términos soeces y “rebeldes”, por lo que, dejando sin capas a la cebolla, se observaba el despoje de rebelión a la opción políticamente incorrecta.

La primera sección se titulaba Actualidad y opinión, y en el reverso de la portada se podía leer un artículo en el que se afirmaba que la mayoría de los textos de Cervantes los compuso su mujer y, de no ser así, significaba que Cervantes fue mujer. Tras esto se publicaba otro artículo; el cual versaba sobre la cerámica de Talavera: lo abandoné inmediatamente por tratar de un presidente y no de alfarería. Pasadas las páginas se observaba la sección de sucesos; en este apartado el único artículo comentaba que no se había encontrado el sujeto en la oración: “que hayan técnicos…” pronunciada por un escritor llamado Jano García, presunto autor del crimen, cometido en la radio. No logrando comprender cuál era el suceso opté por dejar esa crónica para otro día.

Continué hojeando la revista y sobre la página 24 (haciendo bueno el dicho de: “tiene menos importancia que la página par”) di con un apartado de trazos interesantes. Se titulaba Colaboraciones, y respondía a una sección especializada, pues no había sido escrita por periodistas. Un artículo titulado Fast & furious X ocupaba una hoja completa y su reseña consistía en una declaración del director referida en los siguientes términos: “Esta película no tiene cabida en el área hispanohablante”. Siendo tan chocante la actitud del propio manager hacia su film, me adentré en su lectura.

Según escribía el crítico de cine; con motivo del estreno de Fast &furious X se había pronunciado una conferencia en Los Ángeles (Segovia) en la que participaba el director del largometraje. Al ser estadounidense, le adjudicaron (desde la organización) un traductor, que debió hacer las delicias de los allí presentes, pues la transparencia y rigor no faltaron en momento alguno de la conferencia. El artículo hacía referencia a la posición que, el director, pensaba que la comunidad hispana debería tener respecto a su obra, afirmaba que en estos países no había cabida para Fast & furious poque ya hacía casi 200 años, en España, Espronceda compuso una canción muy superior. En este punto, el articulista advirtió la cara de sorpresa que el director le dirigió al traductor pues, el poco español que había aprendido en Miami, le hizo notar que sus palabras no se interpretaban correctamente. No pude evitar pensar en fidelidad al momento que el crítico de cine le dedicaba a la narración. Continuando la entrevista se planteó la cuestión sobre los ingresos que se pronosticaban, el director no respondió, pues el traductor le cortó y habló como sigue:

Con diez cañones por banda,

viento en popa a toda vela,

no corta el mar, sino vuela,

un velero bergantín.

Parece que satisfecho con esto, el traductor cedió la palabra al director, el cual asombrado, comentó que estos versos recién citados sí que eran veloces y coléricos. Además, añadió que los ingresos no estaban calculados, pero que se preveían cuantiosos; ya que, si la población no consumía obras como la de Espronceda, algo habría de consumir.

Posteriormente le preguntaron acerca de la relevancia y carácter político de su obra, textualmente la cuestión fue la que sigue: “¿Cuál, cree Vd., que es la relevancia social y el carácter político y vanguardista que posee su obra?” En este punto, el director debió permanecer callado mirando al traductor con cara de bobo, y éste tomó la palabra: “Esta obra no tiene fin político alguno, pues al ser la décima entrega de la saga, el objetivo es seguir haciendo la misma película de distinta forma.” Sin embargo, no satisfecho con esto, continuó explicando que la canción de Espronceda (a modo de análisis comparado) sí mostraba claros componentes políticos:

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

En este punto me vino a la memoria, que ciertamente, tiempo atrás, había escuchado en la cadena Cope una intervención tratando el asunto de la Canción del pirata, pero en la emisora se referían a ésta como literatura infantil o juvenil, que se enseñaba a los jóvenes en la escuela y, que no encontraba cabida al ser analizada críticamente frente a la poesía actual, rebosante de sentimentalismo, o algo así comentaron.

El artículo continuaba desarrollando la posible teoría del Estado que se podía interpretar de la obra de Espronceda, lo cual no dejaba de inquietarme, pues no me resultaba en grado alguno una composición infantil. Fui consciente, en esta lectura, de la estafa que la dueña del quiosco me había colado.

Al acabar el artículo, y viendo el poco interés que despertaba en mi la revista, pues no era más que un trampantojo, la arrojé a unos contenedores acordándome de toda la ascendencia que debería tener la señora del tenderete.

A la mañana siguiente volví al quiosco, le solicité a la regente que volviera a venderme aquella revista —de la que no recordaba ni el título—, ella me alcanzó dos diarios de tirada nacional

Compartir:

Visto en el Semanario pintoresco español

Marcos Olmedilla Sanz, Miembro del Foro de Lectura y Pensamiento (LECTIO) del Centro de Estudios Gregorio Marañón/UCM

El pasado jueves fui al quiosco para hacerme con un par de periódicos de tirada nacional. Le dije a la regente del puesto los que deseaba comprar, pero ella se negó a vendérmelos; siendo más, me entregó una revista queriéndome convencer de su calidad superior —aunque realmente le daba igual lo que yo pensase—. Insistí en que mi disposición era adquirir los dos diarios, pero ella, dueña de la oferta, no me dio elección. Como consuelo me hizo saber que el montante sería el mismo, por lo que ella no perdería dinero, y yo tampoco. Al no querer discutir, cogí la revista, una caja de chicles, pagué y me marché.

Daba la sensación de que era una revista de carácter moralista, pero escrita de un modo políticamente incorrecto. Es decir, que consistía en una revista políticamente correcta desarrollada en términos soeces y “rebeldes”, por lo que, dejando sin capas a la cebolla, se observaba el despoje de rebelión a la opción políticamente incorrecta.

La primera sección se titulaba Actualidad y opinión, y en el reverso de la portada se podía leer un artículo en el que se afirmaba que la mayoría de los textos de Cervantes los compuso su mujer y, de no ser así, significaba que Cervantes fue mujer. Tras esto se publicaba otro artículo; el cual versaba sobre la cerámica de Talavera: lo abandoné inmediatamente por tratar de un presidente y no de alfarería. Pasadas las páginas se observaba la sección de sucesos; en este apartado el único artículo comentaba que no se había encontrado el sujeto en la oración: “que hayan técnicos…” pronunciada por un escritor llamado Jano García, presunto autor del crimen, cometido en la radio. No logrando comprender cuál era el suceso opté por dejar esa crónica para otro día.

Continué hojeando la revista y sobre la página 24 (haciendo bueno el dicho de: “tiene menos importancia que la página par”) di con un apartado de trazos interesantes. Se titulaba Colaboraciones, y respondía a una sección especializada, pues no había sido escrita por periodistas. Un artículo titulado Fast & furious X ocupaba una hoja completa y su reseña consistía en una declaración del director referida en los siguientes términos: “Esta película no tiene cabida en el área hispanohablante”. Siendo tan chocante la actitud del propio manager hacia su film, me adentré en su lectura.

Según escribía el crítico de cine; con motivo del estreno de Fast &furious X se había pronunciado una conferencia en Los Ángeles (Segovia) en la que participaba el director del largometraje. Al ser estadounidense, le adjudicaron (desde la organización) un traductor, que debió hacer las delicias de los allí presentes, pues la transparencia y rigor no faltaron en momento alguno de la conferencia. El artículo hacía referencia a la posición que, el director, pensaba que la comunidad hispana debería tener respecto a su obra, afirmaba que en estos países no había cabida para Fast & furious poque ya hacía casi 200 años, en España, Espronceda compuso una canción muy superior. En este punto, el articulista advirtió la cara de sorpresa que el director le dirigió al traductor pues, el poco español que había aprendido en Miami, le hizo notar que sus palabras no se interpretaban correctamente. No pude evitar pensar en fidelidad al momento que el crítico de cine le dedicaba a la narración. Continuando la entrevista se planteó la cuestión sobre los ingresos que se pronosticaban, el director no respondió, pues el traductor le cortó y habló como sigue:

Con diez cañones por banda,

viento en popa a toda vela,

no corta el mar, sino vuela,

un velero bergantín.

Parece que satisfecho con esto, el traductor cedió la palabra al director, el cual asombrado, comentó que estos versos recién citados sí que eran veloces y coléricos. Además, añadió que los ingresos no estaban calculados, pero que se preveían cuantiosos; ya que, si la población no consumía obras como la de Espronceda, algo habría de consumir.

Posteriormente le preguntaron acerca de la relevancia y carácter político de su obra, textualmente la cuestión fue la que sigue: “¿Cuál, cree Vd., que es la relevancia social y el carácter político y vanguardista que posee su obra?” En este punto, el director debió permanecer callado mirando al traductor con cara de bobo, y éste tomó la palabra: “Esta obra no tiene fin político alguno, pues al ser la décima entrega de la saga, el objetivo es seguir haciendo la misma película de distinta forma.” Sin embargo, no satisfecho con esto, continuó explicando que la canción de Espronceda (a modo de análisis comparado) sí mostraba claros componentes políticos:

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.

En este punto me vino a la memoria, que ciertamente, tiempo atrás, había escuchado en la cadena Cope una intervención tratando el asunto de la Canción del pirata, pero en la emisora se referían a ésta como literatura infantil o juvenil, que se enseñaba a los jóvenes en la escuela y, que no encontraba cabida al ser analizada críticamente frente a la poesía actual, rebosante de sentimentalismo, o algo así comentaron.

El artículo continuaba desarrollando la posible teoría del Estado que se podía interpretar de la obra de Espronceda, lo cual no dejaba de inquietarme, pues no me resultaba en grado alguno una composición infantil. Fui consciente, en esta lectura, de la estafa que la dueña del quiosco me había colado.

Al acabar el artículo, y viendo el poco interés que despertaba en mi la revista, pues no era más que un trampantojo, la arrojé a unos contenedores acordándome de toda la ascendencia que debería tener la señora del tenderete.

A la mañana siguiente volví al quiosco, le solicité a la regente que volviera a venderme aquella revista —de la que no recordaba ni el título—, ella me alcanzó dos diarios de tirada nacional

Compartir:

Otras Noticias

Noticias relacionadas