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La Era Fúngica

Dr. Salvador Ventura Pedret, médico especialista en Laboratorio Clínico,  facultativo emérito del Laboratorio de Bioquímica del Hospital de Bellvitge. Miembro de la Sociedad Española de Medicina del Laboratorio , de la Comisión de  Toxicología y Monitorización de Fármacos, así como de la Sociedad Catalana de Micología. Autor del libro :»Micetismos , Diagnostico Clínico y de Laboratorio»

Los hongos, seres para los que los humanos nunca hemos sido indiferentes, ora por ocupar un lugar preferente en ceremonias rituales, ora por ser un manjar privilegio de pocos.

La historia de la Humanidad está salpicada de episodios en los que ellos han sido protagonistas, desde el consumo exclusivo de faraones, hasta ser causantes de la muerte de gobernantes, cambiando el curso de la historia.  

Los cierto es que siempre hemos tenido atracción a ir en su busca y captura y su recolección forma parte del tiempo libre de las sociedades postindustriales. Robert Gordon Wasson, famoso etnomicólogo, a finales de la década de los 50 del siglo pasado, clasificó las culturas tradicionales en micófobas y micófilas, merced a la implantación que tenían las setas en la sociedad. Observó que las sociedades micófilas estimaban los hongos y los consideraban un ágape especial, observando un respeto, a veces casi religioso, hacia ellos. En cambio, las sociedades micófobas profesaban una profunda aversión ante ellos, no teniendo nombres populares para distinguirlos y en consecuencia evitando su consumo. En consecuencia, las primeras eran grandes conocedoras de los peligros concernientes a su consumo irresponsable mientras que en las otras la fobia determinó su desconocimiento.

Hoy las barreras culturales han ido cayendo de manera acelerada y la diferencia entre culturas micófilas y micófobas se ha ido diluyendo. El placer de consumir las setas que se han encontrado en el bosque como consecuencia de una agradable excursión de fin de semana es un evento generalizado y estacional en todas las sociedades desarrolladas, pero el desconocimiento de las especies por parte de los consumidores puede producir como consecuencia un incremento de las intoxicaciones, ante el riesgo de consumir especies venenosas. Las intoxicaciones se ven favorecidas, además, por el hecho de que especies no habituales en un hábitat determinado se implanten con éxito merced a alteraciones del ecosistema, atribuido a los efectos de la globalización. Un buen ejemplo es la Amanita phaloides, presente en Argentina desde 1949 a raíz de las importaciones de madera del hemisferio norte, es el caso también de Chlorophyllum molybdites causante de la mayoría de las intoxicaciones por setas en Estados Unidos, recientemente han aparecido ejemplares en el Archipiélago Canario y en el Levante Español a raíz de la importación de productos forestales provenientes de aquel país y Canadá. Otro frente es el incremento del consumo de “setas mágicas” entre la juventud. Según datos del Observatorio Español sobre Drogas, el consumo de estas setas entre los jóvenes se ha incrementado: actualmente un 3,5 % la habían consumido alguna vez en su vida, mientras que en 2018 era del 1,8 %.

Del chamán al laboratorio. Han pasado milenios desde que el hombre descubriera que las setas eran algo más que un alimento encontrado ocasionalmente en el bosque, a pesar del tiempo transcurrido hay en nuestra especie una tendencia innata a la recolección de los frutos que nos ofrece la naturaleza ocupando las setas un lugar preferente. La consecuencia es que el número de intoxicaciones a consecuencia de la ingesta de especies no aptas para el consumo haya aumentado en nuestra sociedad.

La incidencia de este tipo de intoxicación se calcula que está entre los 5 casos por cien mil habitantes. En Estados Unidos, durante los últimos 18 años, se informaron 133.700 casos (7.428/año) de exposición a hongos, principalmente por ingestión. Los casos son con mayor frecuencia no intencionales (83 %, P < 0,001); causar ningún daño o solo un daño menor (86 %, P < 0,001); y en niños <6 años (62 %, P < 0,001). Aproximadamente 704 (39/año) exposiciones han resultado graves. Cincuenta y dos muertes (2.9/año) han sido reportadas, principalmente de hongos productores de ciclopéptidos (68-89%) ingeridos por adultos mayores sin querer.

Las intoxicaciones adquieren un carácter decididamente estacional, en España es una intoxicación que ocurre mayoritariamente en los meses de otoño. En otros países más micófilos este pico abarca desde el mes de junio al de noviembre, como por ejemplo Italia. Sin embargo, hoy en día pueden aparecer intoxicaciones aisladas fuera de la temporada habitual a consecuencia del almacenamiento de especímenes conservados o congelados.

En el ámbito sanitario y forense estos datos deben de ser tenidos en cuenta para mejorar la detección y prevención de futuras intoxicaciones. La medicina de laboratorio no es ajena a esta situación, pues la información que proporcionan los sistemas analíticos son, desde el punto de vista bioquímico y molecular, la expresión sindrómica a la que no llega el ojo clínico, a la vez que resulta indispensable en el manejo diagnóstico y terapéutico de estas intoxicaciones. La irrupción de nuevas tecnologías en el ámbito del laboratorio hace que nuestra perspectiva para afrontar estas intoxicaciones adquiera una nueva dimensión en la cual debemos enfocar el problema desde diversos frentes. El tratamiento hospitalario en los últimos años ha estado reforzado por las técnicas de Elisa (enzimoinmunoanálisis), sobre todo en el diagnóstico de las intoxicaciones ciclopeptídicas que, acompañado de las últimas novedades terapéuticas, ha traído como consecuencia un aumento de la supervivencia, pasando la mortalidad del 30 % a principios del siglo XX, al 7 % en la actualidad. Técnicas de cromatografía líquida de alta resolución (HPLC) son minoritarias en la detección de las intoxicaciones hospitalarias, estando estas substituidas por las técnicas de ELISA anteriormente mencionadas. No así en el plano de investigación forense, la HPLC está ampliamente vigente junto a la disponibilidad de las técnicas moleculares para la identificación de hongos, siendo las técnicas de detección en Tiempo Real (Real Time) de los productos amplificados, que permiten detectar determinadas especies mediante “primers” específicos de forma rápida, ahorrando los pasos posteriores de purificación y secuenciación del ADN tras una PCR a tiempo final. Con esto se consigue un aumento de la precisión y rapidez en la detección de las muestras. Cabe decir que hay una mejora colateral, la reclasificación de las especies fúngicas según su filogenia y no en base a su aspecto como se había hecho hasta ahora.

Por último, hay que considerar la detección y clasificación de la intoxicación en la cabecera del paciente o mejor dicho “en la cesta del paciente”. Me quiero referir a los medios que pueda tener a mano el médico de cabecera cuando el paciente acuda con sus primeros síntomas. Las pruebas POCT “point of care testing” (pruebas en el punto de atención) que han aparecido para detectar amanitinas serán una herramienta prometedora que detectará intoxicaciones ciclopeptídicas en ambientes en los cuales enviar una muestra a un laboratorio de referencia se hace problemático. Estas técnicas se deben de acompañar del conocimiento necesario del facultativo que maneja la situación; cabe decir que muchos desenlaces fatales han estado causados por una demora en el diagnóstico, así que últimamente en el horizonte de la lucha contra las intoxicaciones ha aparecido una herramienta, las tecnologías de la información (IT), las cuales, mediante programas con algoritmos de decisión, nos permitirán en un futuro inmediato gestionar el tratamiento de una manera más efectiva.

Adecuándose a esta realidad, la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQC), en colaboración con miembros de otras entidades como el Instituto Nacional de Toxicología,  ha editado recientemente un tratado “Micetismos , Diagnostico Clínico y de Laboratorio” en el que trata esta problemática en todos sus aspectos desde el campo de la  micotoxicológica  hasta los últimos métodos de diagnostico de laboratorio, pasando por la identificación botánica y las bases bioquímicas de los diferentes cuadros sindrómicos.

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Dr. Salvador Ventura Pedret, médico especialista en Laboratorio Clínico,  facultativo emérito del Laboratorio de Bioquímica del Hospital de Bellvitge. Miembro de la Sociedad Española de Medicina del Laboratorio , de la Comisión de  Toxicología y Monitorización de Fármacos, así como de la Sociedad Catalana de Micología. Autor del libro :»Micetismos , Diagnostico Clínico y de Laboratorio»

Los hongos, seres para los que los humanos nunca hemos sido indiferentes, ora por ocupar un lugar preferente en ceremonias rituales, ora por ser un manjar privilegio de pocos.

La historia de la Humanidad está salpicada de episodios en los que ellos han sido protagonistas, desde el consumo exclusivo de faraones, hasta ser causantes de la muerte de gobernantes, cambiando el curso de la historia.  

Los cierto es que siempre hemos tenido atracción a ir en su busca y captura y su recolección forma parte del tiempo libre de las sociedades postindustriales. Robert Gordon Wasson, famoso etnomicólogo, a finales de la década de los 50 del siglo pasado, clasificó las culturas tradicionales en micófobas y micófilas, merced a la implantación que tenían las setas en la sociedad. Observó que las sociedades micófilas estimaban los hongos y los consideraban un ágape especial, observando un respeto, a veces casi religioso, hacia ellos. En cambio, las sociedades micófobas profesaban una profunda aversión ante ellos, no teniendo nombres populares para distinguirlos y en consecuencia evitando su consumo. En consecuencia, las primeras eran grandes conocedoras de los peligros concernientes a su consumo irresponsable mientras que en las otras la fobia determinó su desconocimiento.

Hoy las barreras culturales han ido cayendo de manera acelerada y la diferencia entre culturas micófilas y micófobas se ha ido diluyendo. El placer de consumir las setas que se han encontrado en el bosque como consecuencia de una agradable excursión de fin de semana es un evento generalizado y estacional en todas las sociedades desarrolladas, pero el desconocimiento de las especies por parte de los consumidores puede producir como consecuencia un incremento de las intoxicaciones, ante el riesgo de consumir especies venenosas. Las intoxicaciones se ven favorecidas, además, por el hecho de que especies no habituales en un hábitat determinado se implanten con éxito merced a alteraciones del ecosistema, atribuido a los efectos de la globalización. Un buen ejemplo es la Amanita phaloides, presente en Argentina desde 1949 a raíz de las importaciones de madera del hemisferio norte, es el caso también de Chlorophyllum molybdites causante de la mayoría de las intoxicaciones por setas en Estados Unidos, recientemente han aparecido ejemplares en el Archipiélago Canario y en el Levante Español a raíz de la importación de productos forestales provenientes de aquel país y Canadá. Otro frente es el incremento del consumo de “setas mágicas” entre la juventud. Según datos del Observatorio Español sobre Drogas, el consumo de estas setas entre los jóvenes se ha incrementado: actualmente un 3,5 % la habían consumido alguna vez en su vida, mientras que en 2018 era del 1,8 %.

Del chamán al laboratorio. Han pasado milenios desde que el hombre descubriera que las setas eran algo más que un alimento encontrado ocasionalmente en el bosque, a pesar del tiempo transcurrido hay en nuestra especie una tendencia innata a la recolección de los frutos que nos ofrece la naturaleza ocupando las setas un lugar preferente. La consecuencia es que el número de intoxicaciones a consecuencia de la ingesta de especies no aptas para el consumo haya aumentado en nuestra sociedad.

La incidencia de este tipo de intoxicación se calcula que está entre los 5 casos por cien mil habitantes. En Estados Unidos, durante los últimos 18 años, se informaron 133.700 casos (7.428/año) de exposición a hongos, principalmente por ingestión. Los casos son con mayor frecuencia no intencionales (83 %, P < 0,001); causar ningún daño o solo un daño menor (86 %, P < 0,001); y en niños <6 años (62 %, P < 0,001). Aproximadamente 704 (39/año) exposiciones han resultado graves. Cincuenta y dos muertes (2.9/año) han sido reportadas, principalmente de hongos productores de ciclopéptidos (68-89%) ingeridos por adultos mayores sin querer.

Las intoxicaciones adquieren un carácter decididamente estacional, en España es una intoxicación que ocurre mayoritariamente en los meses de otoño. En otros países más micófilos este pico abarca desde el mes de junio al de noviembre, como por ejemplo Italia. Sin embargo, hoy en día pueden aparecer intoxicaciones aisladas fuera de la temporada habitual a consecuencia del almacenamiento de especímenes conservados o congelados.

En el ámbito sanitario y forense estos datos deben de ser tenidos en cuenta para mejorar la detección y prevención de futuras intoxicaciones. La medicina de laboratorio no es ajena a esta situación, pues la información que proporcionan los sistemas analíticos son, desde el punto de vista bioquímico y molecular, la expresión sindrómica a la que no llega el ojo clínico, a la vez que resulta indispensable en el manejo diagnóstico y terapéutico de estas intoxicaciones. La irrupción de nuevas tecnologías en el ámbito del laboratorio hace que nuestra perspectiva para afrontar estas intoxicaciones adquiera una nueva dimensión en la cual debemos enfocar el problema desde diversos frentes. El tratamiento hospitalario en los últimos años ha estado reforzado por las técnicas de Elisa (enzimoinmunoanálisis), sobre todo en el diagnóstico de las intoxicaciones ciclopeptídicas que, acompañado de las últimas novedades terapéuticas, ha traído como consecuencia un aumento de la supervivencia, pasando la mortalidad del 30 % a principios del siglo XX, al 7 % en la actualidad. Técnicas de cromatografía líquida de alta resolución (HPLC) son minoritarias en la detección de las intoxicaciones hospitalarias, estando estas substituidas por las técnicas de ELISA anteriormente mencionadas. No así en el plano de investigación forense, la HPLC está ampliamente vigente junto a la disponibilidad de las técnicas moleculares para la identificación de hongos, siendo las técnicas de detección en Tiempo Real (Real Time) de los productos amplificados, que permiten detectar determinadas especies mediante “primers” específicos de forma rápida, ahorrando los pasos posteriores de purificación y secuenciación del ADN tras una PCR a tiempo final. Con esto se consigue un aumento de la precisión y rapidez en la detección de las muestras. Cabe decir que hay una mejora colateral, la reclasificación de las especies fúngicas según su filogenia y no en base a su aspecto como se había hecho hasta ahora.

Por último, hay que considerar la detección y clasificación de la intoxicación en la cabecera del paciente o mejor dicho “en la cesta del paciente”. Me quiero referir a los medios que pueda tener a mano el médico de cabecera cuando el paciente acuda con sus primeros síntomas. Las pruebas POCT “point of care testing” (pruebas en el punto de atención) que han aparecido para detectar amanitinas serán una herramienta prometedora que detectará intoxicaciones ciclopeptídicas en ambientes en los cuales enviar una muestra a un laboratorio de referencia se hace problemático. Estas técnicas se deben de acompañar del conocimiento necesario del facultativo que maneja la situación; cabe decir que muchos desenlaces fatales han estado causados por una demora en el diagnóstico, así que últimamente en el horizonte de la lucha contra las intoxicaciones ha aparecido una herramienta, las tecnologías de la información (IT), las cuales, mediante programas con algoritmos de decisión, nos permitirán en un futuro inmediato gestionar el tratamiento de una manera más efectiva.

Adecuándose a esta realidad, la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQC), en colaboración con miembros de otras entidades como el Instituto Nacional de Toxicología,  ha editado recientemente un tratado “Micetismos , Diagnostico Clínico y de Laboratorio” en el que trata esta problemática en todos sus aspectos desde el campo de la  micotoxicológica  hasta los últimos métodos de diagnostico de laboratorio, pasando por la identificación botánica y las bases bioquímicas de los diferentes cuadros sindrómicos.

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