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El tema de nuestro tiempo: el triángulo China-USA-Europa

 En está década de los años 2020 la competición entre China y los Estados Unidos entrará en una fase decisiva. Graham Allison alertó en su libro “La trampa de Tucídides” sobre el hecho de que históricamente estas situaciones de poder hegemónico descendente y poder aspirante a la hegemonía han acabado muy frecuentemente (empezando por Atenas y Esparta en el siglo V a. de C.) en guerra. Actualmente existe un consenso creciente entre los analistas occidentales sobre la aspiración china de alcanzar la hegemonía a finales de la década. Entonces la República Popular sobrepasará a los Estados Unidos en términos de PIB, un hito importante para el Politburó chino. Es posible, como afirma el ex primer ministro de Australia Kevin Rudd, en un reciente artículo, que en ese momento el Banco central chino deje flotar el yuan y que la divisa china desafíe al dólar como principal reserva monetaria. Además, China pretende completar su programa de modernización militar en 2027 y, desde otoño de 2020, un nuevo plan, con el horizonte de 2035, tiene el objetivo de convertir a ese país en líder en todos los sectores tecnológicos, incluyendo la inteligencia artificial.

Lo que se está librando es también una guerra cultural e ideológica. El caos de gestión de la pandemia en los Estados Unidos y en otros países occidentales ha llevado al Partido Comunista Chino (PCC) a celebrar la superioridad inherente al sistema chino sobre el occidental. Xi piensa que los Estados Unidos se encuentran en un declive imparable y que cada vez más países se alinearán con el poder chino, que en los últimos años ha obtenido éxitos notables, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, el despliegue de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y el Acuerdo de Libre Comercio con 15 países de Asia -Pacífico.

¿Cuál debería ser la estrategia occidental frente a las aspiraciones de hegemonía china? Una confrontación militar, que tuviera como origen Taiwan, por ejemplo, no es deseada por nadie, pero tampoco la “guerra fría” al estilo de Donald Trump parece que haya sido especialmente beneficiosa, ni resulta factible volver a la vieja estrategia de apertura incondicionada e ingenua a los objetivos de Beijing. La Unión Europea ya enunció en 2019 una estrategia multidimensional, en la que debería ser posible cooperar con China en determinadas áreas (como el cambio climático, la lucha contra la proliferación nuclear, la estabilización financiera global, la distribución de vacunas en países en desarrollo), facilitar el acceso al mercado del otro basándose en la reciprocidad, ser competidores en otras áreas como tecnología, inversiones o capitales, y establecer a la vez claras líneas rojas, en cuestiones como la construcción de  instalaciones militares en el Mar del Sur de China o la vuelta al statu quo anterior a la política de Trump por lo que se refiere a Taiwán. China no desea en estos momentos la desconexión con los Estados Unidos, y es esencial que se preserven los vínculos entre los dos que impidan la confrontación y favorezcan la cooperación entre ambos, y de China con Europa, para lo que el Acuerdo de Inversiones China-EU ha sido un paso positivo, a pesar de las críticas recibidas.

Por su parte, Europa puede jugar un papel clave a la hora de volver a poner sobre la mesa el Acuerdo del TTIP, y reforzar, en un sentido más inclusivo, las organizaciones internacionales y el sistema multilateral. Es el momento para que la UE, manteniendo sus objetivos de fortalecer su identidad exterior e interna -desarrollando por ejemplo su capacidad tecnológica e industrial- estreche de nuevo la relación transatlántica, y juegue un rol sustancial en la creación de una gran alianza de los países democráticos.

Autor: José María Beneyto es un Catedrático de Universidad, abogado y consultor de empresas, ensayista y escritor. Ha trabajado en varios Despachos Internacionales de abogados, especializándose en fusiones y adquisiciones, Derecho Societario, Derecho Europeo y de Competencia y Arbitraje. Fue funcionario de la Unión Europea, Diputado al Congreso, y trabajó en el Parlamento Europeo. Es Director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo CEU. Presidente del Instituto Gobernanza y Sociedad, especializado en Gobierno Corporativo, y del Despacho de Abogados JM Beneyto & Asociados. Profesor Visitante de la Universidad de Harvard y Catedrático de Derecho Internacional, Derecho Europeo y Relaciones Internacionales. Miembro de Consejos asesores de diferentes empresas y del Patronato de varias Fundaciones.

Conoce el Máster Universitario en Unión Europea: aquí



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El tema de nuestro tiempo: el triángulo China-USA-Europa

 En está década de los años 2020 la competición entre China y los Estados Unidos entrará en una fase decisiva. Graham Allison alertó en su libro “La trampa de Tucídides” sobre el hecho de que históricamente estas situaciones de poder hegemónico descendente y poder aspirante a la hegemonía han acabado muy frecuentemente (empezando por Atenas y Esparta en el siglo V a. de C.) en guerra. Actualmente existe un consenso creciente entre los analistas occidentales sobre la aspiración china de alcanzar la hegemonía a finales de la década. Entonces la República Popular sobrepasará a los Estados Unidos en términos de PIB, un hito importante para el Politburó chino. Es posible, como afirma el ex primer ministro de Australia Kevin Rudd, en un reciente artículo, que en ese momento el Banco central chino deje flotar el yuan y que la divisa china desafíe al dólar como principal reserva monetaria. Además, China pretende completar su programa de modernización militar en 2027 y, desde otoño de 2020, un nuevo plan, con el horizonte de 2035, tiene el objetivo de convertir a ese país en líder en todos los sectores tecnológicos, incluyendo la inteligencia artificial.

Lo que se está librando es también una guerra cultural e ideológica. El caos de gestión de la pandemia en los Estados Unidos y en otros países occidentales ha llevado al Partido Comunista Chino (PCC) a celebrar la superioridad inherente al sistema chino sobre el occidental. Xi piensa que los Estados Unidos se encuentran en un declive imparable y que cada vez más países se alinearán con el poder chino, que en los últimos años ha obtenido éxitos notables, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, el despliegue de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y el Acuerdo de Libre Comercio con 15 países de Asia -Pacífico.

¿Cuál debería ser la estrategia occidental frente a las aspiraciones de hegemonía china? Una confrontación militar, que tuviera como origen Taiwan, por ejemplo, no es deseada por nadie, pero tampoco la “guerra fría” al estilo de Donald Trump parece que haya sido especialmente beneficiosa, ni resulta factible volver a la vieja estrategia de apertura incondicionada e ingenua a los objetivos de Beijing. La Unión Europea ya enunció en 2019 una estrategia multidimensional, en la que debería ser posible cooperar con China en determinadas áreas (como el cambio climático, la lucha contra la proliferación nuclear, la estabilización financiera global, la distribución de vacunas en países en desarrollo), facilitar el acceso al mercado del otro basándose en la reciprocidad, ser competidores en otras áreas como tecnología, inversiones o capitales, y establecer a la vez claras líneas rojas, en cuestiones como la construcción de  instalaciones militares en el Mar del Sur de China o la vuelta al statu quo anterior a la política de Trump por lo que se refiere a Taiwán. China no desea en estos momentos la desconexión con los Estados Unidos, y es esencial que se preserven los vínculos entre los dos que impidan la confrontación y favorezcan la cooperación entre ambos, y de China con Europa, para lo que el Acuerdo de Inversiones China-EU ha sido un paso positivo, a pesar de las críticas recibidas.

Por su parte, Europa puede jugar un papel clave a la hora de volver a poner sobre la mesa el Acuerdo del TTIP, y reforzar, en un sentido más inclusivo, las organizaciones internacionales y el sistema multilateral. Es el momento para que la UE, manteniendo sus objetivos de fortalecer su identidad exterior e interna -desarrollando por ejemplo su capacidad tecnológica e industrial- estreche de nuevo la relación transatlántica, y juegue un rol sustancial en la creación de una gran alianza de los países democráticos.

Autor: José María Beneyto es un Catedrático de Universidad, abogado y consultor de empresas, ensayista y escritor. Ha trabajado en varios Despachos Internacionales de abogados, especializándose en fusiones y adquisiciones, Derecho Societario, Derecho Europeo y de Competencia y Arbitraje. Fue funcionario de la Unión Europea, Diputado al Congreso, y trabajó en el Parlamento Europeo. Es Director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo CEU. Presidente del Instituto Gobernanza y Sociedad, especializado en Gobierno Corporativo, y del Despacho de Abogados JM Beneyto & Asociados. Profesor Visitante de la Universidad de Harvard y Catedrático de Derecho Internacional, Derecho Europeo y Relaciones Internacionales. Miembro de Consejos asesores de diferentes empresas y del Patronato de varias Fundaciones.

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