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Acoso a las mujeres en las Redes Sociales, por Violeta Assiego

 Las redes sociales han resultado ser un nuevo “espacio público”, un ágora digital que no fue concebida en sus inicios como un lugar de confrontación y luchas de poder sino como un espacio de intercambio de conocimientos, abierto a conversaciones y debates. Un ágora que ha sido, y es clave, en la revitalización de los movimientos sociales, la denuncia de injusticias y la movilización ciudadana. Desde su aparición las redes sociales vienen jugando un papel fundamental en los procesos deliberativos democráticos y en la creación de la opinión publica.

Sin embargo, en los últimos años, el potencial de las redes sociales, especialmente de Facebook y Twitter esta siendo instrumentalizado por interés comerciales y políticos. De este modo, las redes sociales se han venido transformando de un espacio de saberes a un lugar de confrontación donde empieza a primar un estilo de ejercer la ciudadanía más reactivo que deliberativo, y que se sirve del anonimato o la distancia física (la virtualidad) para des-responsabilizarse de sus propias opiniones y reacciones. Las sub-culturas anti-derechos (racistas, xenófobas, machistas, lgtbófobas, etc.) ha ocupado el lugar de los speakers ante una audiencia que se va contagiado de una emocionalidad, crispación o sentimentalismo que distorsiona la realidad a través de argumentos no precisan de hechos tangibles y objetivos, cuando no directamente con fake-news, trolls, bots.

En este nuevo espacio público, los debates no giran, necesariamente, sobre asuntos de interés público y los temas terminan siendo, mayormente, simples distractores de los problemas y preocupaciones reales. La posibilidad de una ciudadanía digital íntegra está siendo amenazada, especialmente cuando parece que todo cabe y todo es posible en esa nueva ágora que parece permitir una libertad de expresión sin límites, pero que es desactivada de forma arbitraria por las mismas plataformas e, incluso, perseguida por los gobiernos que no quiere perder el control de la opinión pública.

Como todo espacio público, en las redes sociales se están reproduciendo las mismas violencias que tienen lugar, a nivel estructural, en aquellos espacios públicos donde se despliega los derechos políticos y civiles. Desde una perspectiva de género, observamos como vuelven a darse los dualismos que tratan de segregar el espacio en esferas jerárquicas entre hombres y mujeres cuando las experiencias, opiniones y expresiones de estas no responden al rol que se espera de una mujer en esta ágora digital.

De esta forma, las mujeres vuelven a sufrir (y temer sufrir) el acoso sexual y las otras formas de violencia que ya vienen experimentando en otros espacios públicos –tanto en entornos urbanos como rurales– como son las calles, el transporte público, los lugares de trabajo, los bares, los parques, mientras hacen la compra… Nuevamente, las redes sociales, ese nuevo espacio público, se tornan en un riesgo para la salud, el bienestar y la integridad de las mujeres que hacen uso de sus derechos. Las mujeres, tal y como reflejan distintos informes –entre ellos el de Amnistía Internacional, “Violencia y abuso contra las mujeres en internet. #ToxicTwitter”, y el de Laia Serra para Píkara Magazine, “Violencias de género en línea”– vienen denunciando de forma creciente una amenaza en particular a su derecho a la libertad de expresión en las redes sociales por la proliferación de la violencia en línea simplemente por el hecho de ser mujeres: acoso, manifestaciones abusivas, amenazas, expresiones discriminatorias, campañas de desprestigio, estereotipos, etc.

Comportamientos, todos ellos, que menoscaban su derecho a expresarse en condiciones de igualdad y libertad, sin temor, que reducen su libertad y las obliga a autocensurar sus mensajes, a limitar sus interacciones en Internet. En definitiva, a retroceder a una cultura de silencio. Una violencia con efecto aparentemente individual, pero que tiene un impacto colectivo. Como señala el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), en su informe Violencia contra las mujeres y disidencias en política a través de redes sociales”, esos mensajes abusivos hacia las mujeres en las redes sociales “Contienen un mensaje aleccionador que va más allá de sus destinatarias concretas, con consecuencias negativas sobre las posibilidades de participación política de las mujeres e identidades feminizadas en su conjunto”.

Algunas lecturas imprescindibles

VIOLENCIAS DE GÉNERO EN LÍNEA. Laia Serra y Píkara Magazine. 2018

VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y DISIDENCIAS EN POLÍTICA A TRAVÉS DE REDES SOCIALES. Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). 2019

LAS REDES SOCIALES COMO EXTENSIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO: LA OPINOCRACIA DEL TODO. Dalia Berenice Vázquez González. 2017

EL ESPACIO PÚBLICO DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINISTA. Blanca Valdivia Gutiérrez. 2019

Violeta Assiego Cruz es abogada, investigadora, escritora y activista en vulnerabilidad social y derechos humanos.



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Acoso a las mujeres en las Redes Sociales, por Violeta Assiego

 Las redes sociales han resultado ser un nuevo “espacio público”, un ágora digital que no fue concebida en sus inicios como un lugar de confrontación y luchas de poder sino como un espacio de intercambio de conocimientos, abierto a conversaciones y debates. Un ágora que ha sido, y es clave, en la revitalización de los movimientos sociales, la denuncia de injusticias y la movilización ciudadana. Desde su aparición las redes sociales vienen jugando un papel fundamental en los procesos deliberativos democráticos y en la creación de la opinión publica.

Sin embargo, en los últimos años, el potencial de las redes sociales, especialmente de Facebook y Twitter esta siendo instrumentalizado por interés comerciales y políticos. De este modo, las redes sociales se han venido transformando de un espacio de saberes a un lugar de confrontación donde empieza a primar un estilo de ejercer la ciudadanía más reactivo que deliberativo, y que se sirve del anonimato o la distancia física (la virtualidad) para des-responsabilizarse de sus propias opiniones y reacciones. Las sub-culturas anti-derechos (racistas, xenófobas, machistas, lgtbófobas, etc.) ha ocupado el lugar de los speakers ante una audiencia que se va contagiado de una emocionalidad, crispación o sentimentalismo que distorsiona la realidad a través de argumentos no precisan de hechos tangibles y objetivos, cuando no directamente con fake-news, trolls, bots.

En este nuevo espacio público, los debates no giran, necesariamente, sobre asuntos de interés público y los temas terminan siendo, mayormente, simples distractores de los problemas y preocupaciones reales. La posibilidad de una ciudadanía digital íntegra está siendo amenazada, especialmente cuando parece que todo cabe y todo es posible en esa nueva ágora que parece permitir una libertad de expresión sin límites, pero que es desactivada de forma arbitraria por las mismas plataformas e, incluso, perseguida por los gobiernos que no quiere perder el control de la opinión pública.

Como todo espacio público, en las redes sociales se están reproduciendo las mismas violencias que tienen lugar, a nivel estructural, en aquellos espacios públicos donde se despliega los derechos políticos y civiles. Desde una perspectiva de género, observamos como vuelven a darse los dualismos que tratan de segregar el espacio en esferas jerárquicas entre hombres y mujeres cuando las experiencias, opiniones y expresiones de estas no responden al rol que se espera de una mujer en esta ágora digital.

De esta forma, las mujeres vuelven a sufrir (y temer sufrir) el acoso sexual y las otras formas de violencia que ya vienen experimentando en otros espacios públicos –tanto en entornos urbanos como rurales– como son las calles, el transporte público, los lugares de trabajo, los bares, los parques, mientras hacen la compra… Nuevamente, las redes sociales, ese nuevo espacio público, se tornan en un riesgo para la salud, el bienestar y la integridad de las mujeres que hacen uso de sus derechos. Las mujeres, tal y como reflejan distintos informes –entre ellos el de Amnistía Internacional, “Violencia y abuso contra las mujeres en internet. #ToxicTwitter”, y el de Laia Serra para Píkara Magazine, “Violencias de género en línea”– vienen denunciando de forma creciente una amenaza en particular a su derecho a la libertad de expresión en las redes sociales por la proliferación de la violencia en línea simplemente por el hecho de ser mujeres: acoso, manifestaciones abusivas, amenazas, expresiones discriminatorias, campañas de desprestigio, estereotipos, etc.

Comportamientos, todos ellos, que menoscaban su derecho a expresarse en condiciones de igualdad y libertad, sin temor, que reducen su libertad y las obliga a autocensurar sus mensajes, a limitar sus interacciones en Internet. En definitiva, a retroceder a una cultura de silencio. Una violencia con efecto aparentemente individual, pero que tiene un impacto colectivo. Como señala el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), en su informe Violencia contra las mujeres y disidencias en política a través de redes sociales”, esos mensajes abusivos hacia las mujeres en las redes sociales “Contienen un mensaje aleccionador que va más allá de sus destinatarias concretas, con consecuencias negativas sobre las posibilidades de participación política de las mujeres e identidades feminizadas en su conjunto”.

Algunas lecturas imprescindibles

VIOLENCIAS DE GÉNERO EN LÍNEA. Laia Serra y Píkara Magazine. 2018

VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y DISIDENCIAS EN POLÍTICA A TRAVÉS DE REDES SOCIALES. Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). 2019

LAS REDES SOCIALES COMO EXTENSIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO: LA OPINOCRACIA DEL TODO. Dalia Berenice Vázquez González. 2017

EL ESPACIO PÚBLICO DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINISTA. Blanca Valdivia Gutiérrez. 2019

Violeta Assiego Cruz es abogada, investigadora, escritora y activista en vulnerabilidad social y derechos humanos.



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