Esta web está en desarrollo, tendrás contenido nuevo próximamente X

Shlomo Ben Ami y Fernando Vallespín analizan en la Fundación el conflicto de Oriento Próximo en el nuevo orden internacional

 

El exministro e intelectual israelí Shlomo Ben Ami advierte sobre los riesgos de simplificar la guerra de Gaza en un contexto global de transformación geopolítica.

Cerca de 200 personas acudieron al encuentro organizado por la Fundación Ortega-Marañón, en Madrid, para analizar el conflicto de Oriento Próximo con dos expertos de excepción: el político e intelectual Shlomo Ben Ami y el politólogo Fernando Vallespín, director de Revista de Occidente. Ambos miembros del Consejo Asesor de la Fundación.

Vallespín iniciaba la conversación destacando el carácter abierto, plural e independiente de la institución: “esta es una Fundación abierta, abierta a cualquier tipo de posicionamiento, que pueda ser discutido de forma argumental, y perfectamente tolerante”.

En este marco se desarrolló un diálogo con Shlomo Ben Ami, exministro de Asuntos Exteriores de Israel, historiador y negociador en los procesos de paz de Camp David y Madrid, quien ofreció un análisis afinado y profundo sobre la situación en Oriente Próximo y su conexión con los cambios en el orden internacional.

Ben Ami, que fue también embajador de Israel en España y actualmente vicepresidente del Centro Internacional de Toledo por la Paz, situó el conflicto palestino-israelí dentro de una paradoja: un drama local con repercusiones globales, capaz de agitar debates diplomáticos, polarizar a sociedades enteras y condicionar la narrativa de un sistema internacional que busca nuevos equilibrios tras décadas de hegemonía occidental.

 

El dilema semántico del conflicto

El exministro valoró positivamente el reciente discurso el rey Felipe VI en Naciones Unidas como un ejemplo de equilibrio en tiempos de enorme tensión. A su juicio, el monarca supo expresar la gravedad de la catástrofe humanitaria en Gaza sin caer en la polémica terminológica que divide a gobiernos, académicos y activistas sobre el uso del concepto de genocidio. “Fue lo más correcto que podía decir en una situación tan conflictiva”, señaló Ben Ami, subrayando que la prudencia del monarca contrastó con los maximalismos que se imponen en muchos foros.

El dilema semántico no es menor. En un mundo interconectado, las palabras tienen un peso político que trasciende la descripción de hechos. Evitar el término “genocidio” fue, según Ben Ami, una forma de no bloquear futuros espacios de diálogo, en un momento en que las emociones tienden a sustituir a la razón.

La percepción israelí tras el fracaso de la paz

Uno de los ejes centrales de la intervención fue la explicación de por qué la sociedad israelí se ha desplazado hacia la derecha en las últimas dos décadas. Para Ben Ami, la clave está en la percepción, más que en la realidad objetiva, de los fracasos de las negociaciones. En la Cumbre Camp David (julio de 2000) y, posteriormente, con los “parámetros de Clinton”, los israelíes sintieron que habían hecho concesiones históricas que fueron rechazadas por Yasser Arafat.

Aunque el propio Ben Ami reconoce que, si hubiese sido palestino, probablemente también habría rechazado aquella propuesta por insuficiente, insiste en que lo determinante no es su valoración personal sino la conclusión que extrajo la mayoría de la sociedad israelí: “que los palestinos no buscan un compromiso, sino la destrucción de Israel”. Esa percepción, profundamente enraizada, explica tanto el auge de la derecha nacionalista como la marginación del progresismo israelí, atrapado entre la crítica interna y la incomprensión externa. “Los intelectuales de izquierdas en Israel quedamos en tierra de nadie”, lamentó. “No somos suficientemente pro-palestinos para muchos en el extranjero, pero dentro del país se nos considera ingenuos o incluso traidores”.

Netanyahu, el “jugador compulsivo”

Ben Ami dedicó buena parte de su análisis a la figura de Benjamin Netanyahu, a quien definió como “el cinismo político personificado” y comparó con un jugador compulsivo incapaz de retirarse a tiempo. Recordó que el primer ministro llegó al poder con dos banderas: la lucha contra el terrorismo y la contención del programa nuclear iraní. Sin embargo, bajo su mandato Israel sufrió el ataque del 7 de octubre de 2023, el más brutal en su historia, y no logró frenar el avance de Irán hacia la capacidad nuclear. “Su legado está en entredicho y su respuesta ha sido apostar todo a una victoria total en Gaza, una quimera en las guerras asimétricas”, explicó. La destrucción material y humana en la Franja, añadió, dejará una huella comparable a las ruinas de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial. “Será un estigma para nuestros hijos y nietos, independientemente de cómo se califique jurídicamente”, alertó.

Además, Netanyahu mantiene su supervivencia política gracias a una coalición con la extrema derecha, interesada en prolongar la guerra hasta forzar, con eufemismos, una expulsión de palestinos. Para Ben Ami, se trata de un callejón sin salida: “cuanto más se dilata el conflicto, más difícil resulta pensar en una salida negociada”.

 El espejismo del Estado palestino

Sobre la propuesta internacional de reconocer un Estado palestino, Ben Ami se mostró tajante: es un “espejismo” en las condiciones actuales. Recordó que cuando él mismo participó en las negociaciones, con 400.000 colonos en los territorios ocupados, ya resultaba complejo. Hoy, con más de 700.000, incluidos los asentamientos en Jerusalén Este, la viabilidad es aún menor.

“El abismo entre la diplomacia y la realidad sobre el terreno nunca ha sido tan grande”, afirmó. A su juicio, plantear ahora la cuestión del Estado palestino solo refuerza a Netanyahu y a la oposición derechista, que coinciden en rechazarlo y se presentan como defensores de la seguridad nacional.

En lugar de soluciones maximalistas, Ben Ami planteó explorar fórmulas intermedias, como una posible confederación con Jordania o acuerdos parciales que sienten las bases de una convivencia futura. La prioridad, insistió, debe ser poner fin a la guerra y aliviar la crisis humanitaria, no alimentar expectativas imposibles.

Un conflicto local con resonancia global

El trasfondo de todo el análisis fue la constatación de que Oriente Próximo no puede desligarse del proceso de reconfiguración del orden mundial. El conflicto israelí-palestino se convierte en un campo de proyección para potencias regionales y globales, desde Irán hasta Estados Unidos, pasando por la Unión Europea, Rusia o China.

Ben Ami subrayó que la guerra en Gaza no se libra solo en los túneles de Hamás o en las calles de las ciudades devastadas, sino también en los foros internacionales, en las redes sociales y en la opinión pública global. Allí se definen relatos que buscan legitimar o deslegitimar actores, y que influyen en la arquitectura emergente del poder mundial.

Entre la historia y el futuro

Como historiador, Ben Ami recordó que el fracaso de los acuerdos de Oslo en los años noventa abrió la puerta a una radicalización que parecía impensable entonces. Como político, señaló que la ausencia de poder real imposibilita convertir los ideales en transformaciones concretas. “Para hacer historia se necesita poder político. Sin él, solo se puede escribir historia o poesía”, resumió.

En ese cruce entre la memoria y la política, el exministro reconoció su propio dilema: apoyar la creación de un Estado palestino como principio, pero ser consciente de que hoy no existe la correlación de fuerzas para hacerlo realidad. La experiencia demuestra, dijo, que empujar más allá de lo posible solo conduce al colapso de los líderes moderados y a la llegada de figuras más extremas, como ocurrió con Ariel Sharon tras el fracaso de Arafat en aprovechar los parámetros de Clinton.

La urgencia de lo pragmático

El politólogo Fernando Vallespín planteó uno de los dilemas más complejos del conflicto: ¿cómo garantizar la seguridad de Israel y, al mismo tiempo, permitir que el pueblo palestino pueda desarrollar una vida colectiva propia? Una cuestión que resume la encrucijada política, moral y humanitaria que atraviesa la región.

A su vez, el exministro israelí Shlomo Ben Ami planteó una pregunta provocadora: “Si hoy le preguntamos a un palestino qué es lo más importante en su vida, ¿el fin de la ocupación y, en consecuencia, de la guerra en Gaza, o la creación de un Estado palestino?”. Con esta reflexión, Ben Ami apeló al realismo y al pragmatismo, frente a discursos simbólicos que, a su juicio, solo perpetúan las trincheras. Reivindicó la necesidad de avanzar con medidas concretas que alivien el sufrimiento de la población civil y sienten las bases de una paz duradera.

“El conflicto de Oriente Próximo no puede seguir siendo utilizado como arma arrojadiza en el debate global, porque el precio lo pagan millones de personas atrapadas en la violencia”, afirmó. Y lanzó una advertencia contundente: “Lo que ocurre en Gaza marcará a generaciones enteras. No solo a israelíes y palestinos, sino al mundo entero, porque esta guerra forma parte de la reconstrucción radical del orden internacional”.

Ver video del diálogo «El conflicto de Oriente Próximo en el contexto de un nuevo orden internacional»

 

 

Compartir:

Shlomo Ben Ami y Fernando Vallespín analizan en la Fundación el conflicto de Oriento Próximo en el nuevo orden internacional

 

El exministro e intelectual israelí Shlomo Ben Ami advierte sobre los riesgos de simplificar la guerra de Gaza en un contexto global de transformación geopolítica.

Cerca de 200 personas acudieron al encuentro organizado por la Fundación Ortega-Marañón, en Madrid, para analizar el conflicto de Oriento Próximo con dos expertos de excepción: el político e intelectual Shlomo Ben Ami y el politólogo Fernando Vallespín, director de Revista de Occidente. Ambos miembros del Consejo Asesor de la Fundación.

Vallespín iniciaba la conversación destacando el carácter abierto, plural e independiente de la institución: “esta es una Fundación abierta, abierta a cualquier tipo de posicionamiento, que pueda ser discutido de forma argumental, y perfectamente tolerante”.

En este marco se desarrolló un diálogo con Shlomo Ben Ami, exministro de Asuntos Exteriores de Israel, historiador y negociador en los procesos de paz de Camp David y Madrid, quien ofreció un análisis afinado y profundo sobre la situación en Oriente Próximo y su conexión con los cambios en el orden internacional.

Ben Ami, que fue también embajador de Israel en España y actualmente vicepresidente del Centro Internacional de Toledo por la Paz, situó el conflicto palestino-israelí dentro de una paradoja: un drama local con repercusiones globales, capaz de agitar debates diplomáticos, polarizar a sociedades enteras y condicionar la narrativa de un sistema internacional que busca nuevos equilibrios tras décadas de hegemonía occidental.

 

El dilema semántico del conflicto

El exministro valoró positivamente el reciente discurso el rey Felipe VI en Naciones Unidas como un ejemplo de equilibrio en tiempos de enorme tensión. A su juicio, el monarca supo expresar la gravedad de la catástrofe humanitaria en Gaza sin caer en la polémica terminológica que divide a gobiernos, académicos y activistas sobre el uso del concepto de genocidio. “Fue lo más correcto que podía decir en una situación tan conflictiva”, señaló Ben Ami, subrayando que la prudencia del monarca contrastó con los maximalismos que se imponen en muchos foros.

El dilema semántico no es menor. En un mundo interconectado, las palabras tienen un peso político que trasciende la descripción de hechos. Evitar el término “genocidio” fue, según Ben Ami, una forma de no bloquear futuros espacios de diálogo, en un momento en que las emociones tienden a sustituir a la razón.

La percepción israelí tras el fracaso de la paz

Uno de los ejes centrales de la intervención fue la explicación de por qué la sociedad israelí se ha desplazado hacia la derecha en las últimas dos décadas. Para Ben Ami, la clave está en la percepción, más que en la realidad objetiva, de los fracasos de las negociaciones. En la Cumbre Camp David (julio de 2000) y, posteriormente, con los “parámetros de Clinton”, los israelíes sintieron que habían hecho concesiones históricas que fueron rechazadas por Yasser Arafat.

Aunque el propio Ben Ami reconoce que, si hubiese sido palestino, probablemente también habría rechazado aquella propuesta por insuficiente, insiste en que lo determinante no es su valoración personal sino la conclusión que extrajo la mayoría de la sociedad israelí: “que los palestinos no buscan un compromiso, sino la destrucción de Israel”. Esa percepción, profundamente enraizada, explica tanto el auge de la derecha nacionalista como la marginación del progresismo israelí, atrapado entre la crítica interna y la incomprensión externa. “Los intelectuales de izquierdas en Israel quedamos en tierra de nadie”, lamentó. “No somos suficientemente pro-palestinos para muchos en el extranjero, pero dentro del país se nos considera ingenuos o incluso traidores”.

Netanyahu, el “jugador compulsivo”

Ben Ami dedicó buena parte de su análisis a la figura de Benjamin Netanyahu, a quien definió como “el cinismo político personificado” y comparó con un jugador compulsivo incapaz de retirarse a tiempo. Recordó que el primer ministro llegó al poder con dos banderas: la lucha contra el terrorismo y la contención del programa nuclear iraní. Sin embargo, bajo su mandato Israel sufrió el ataque del 7 de octubre de 2023, el más brutal en su historia, y no logró frenar el avance de Irán hacia la capacidad nuclear. “Su legado está en entredicho y su respuesta ha sido apostar todo a una victoria total en Gaza, una quimera en las guerras asimétricas”, explicó. La destrucción material y humana en la Franja, añadió, dejará una huella comparable a las ruinas de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial. “Será un estigma para nuestros hijos y nietos, independientemente de cómo se califique jurídicamente”, alertó.

Además, Netanyahu mantiene su supervivencia política gracias a una coalición con la extrema derecha, interesada en prolongar la guerra hasta forzar, con eufemismos, una expulsión de palestinos. Para Ben Ami, se trata de un callejón sin salida: “cuanto más se dilata el conflicto, más difícil resulta pensar en una salida negociada”.

 El espejismo del Estado palestino

Sobre la propuesta internacional de reconocer un Estado palestino, Ben Ami se mostró tajante: es un “espejismo” en las condiciones actuales. Recordó que cuando él mismo participó en las negociaciones, con 400.000 colonos en los territorios ocupados, ya resultaba complejo. Hoy, con más de 700.000, incluidos los asentamientos en Jerusalén Este, la viabilidad es aún menor.

“El abismo entre la diplomacia y la realidad sobre el terreno nunca ha sido tan grande”, afirmó. A su juicio, plantear ahora la cuestión del Estado palestino solo refuerza a Netanyahu y a la oposición derechista, que coinciden en rechazarlo y se presentan como defensores de la seguridad nacional.

En lugar de soluciones maximalistas, Ben Ami planteó explorar fórmulas intermedias, como una posible confederación con Jordania o acuerdos parciales que sienten las bases de una convivencia futura. La prioridad, insistió, debe ser poner fin a la guerra y aliviar la crisis humanitaria, no alimentar expectativas imposibles.

Un conflicto local con resonancia global

El trasfondo de todo el análisis fue la constatación de que Oriente Próximo no puede desligarse del proceso de reconfiguración del orden mundial. El conflicto israelí-palestino se convierte en un campo de proyección para potencias regionales y globales, desde Irán hasta Estados Unidos, pasando por la Unión Europea, Rusia o China.

Ben Ami subrayó que la guerra en Gaza no se libra solo en los túneles de Hamás o en las calles de las ciudades devastadas, sino también en los foros internacionales, en las redes sociales y en la opinión pública global. Allí se definen relatos que buscan legitimar o deslegitimar actores, y que influyen en la arquitectura emergente del poder mundial.

Entre la historia y el futuro

Como historiador, Ben Ami recordó que el fracaso de los acuerdos de Oslo en los años noventa abrió la puerta a una radicalización que parecía impensable entonces. Como político, señaló que la ausencia de poder real imposibilita convertir los ideales en transformaciones concretas. “Para hacer historia se necesita poder político. Sin él, solo se puede escribir historia o poesía”, resumió.

En ese cruce entre la memoria y la política, el exministro reconoció su propio dilema: apoyar la creación de un Estado palestino como principio, pero ser consciente de que hoy no existe la correlación de fuerzas para hacerlo realidad. La experiencia demuestra, dijo, que empujar más allá de lo posible solo conduce al colapso de los líderes moderados y a la llegada de figuras más extremas, como ocurrió con Ariel Sharon tras el fracaso de Arafat en aprovechar los parámetros de Clinton.

La urgencia de lo pragmático

El politólogo Fernando Vallespín planteó uno de los dilemas más complejos del conflicto: ¿cómo garantizar la seguridad de Israel y, al mismo tiempo, permitir que el pueblo palestino pueda desarrollar una vida colectiva propia? Una cuestión que resume la encrucijada política, moral y humanitaria que atraviesa la región.

A su vez, el exministro israelí Shlomo Ben Ami planteó una pregunta provocadora: “Si hoy le preguntamos a un palestino qué es lo más importante en su vida, ¿el fin de la ocupación y, en consecuencia, de la guerra en Gaza, o la creación de un Estado palestino?”. Con esta reflexión, Ben Ami apeló al realismo y al pragmatismo, frente a discursos simbólicos que, a su juicio, solo perpetúan las trincheras. Reivindicó la necesidad de avanzar con medidas concretas que alivien el sufrimiento de la población civil y sienten las bases de una paz duradera.

“El conflicto de Oriente Próximo no puede seguir siendo utilizado como arma arrojadiza en el debate global, porque el precio lo pagan millones de personas atrapadas en la violencia”, afirmó. Y lanzó una advertencia contundente: “Lo que ocurre en Gaza marcará a generaciones enteras. No solo a israelíes y palestinos, sino al mundo entero, porque esta guerra forma parte de la reconstrucción radical del orden internacional”.

Ver video del diálogo «El conflicto de Oriente Próximo en el contexto de un nuevo orden internacional»

 

 

Compartir:

Otras Noticias

Noticias relacionadas