Revista de Occidente dedica su número monográfico de julio-agosto a analizar la forja de la cultura española desde una amplia variedad de puntos de vista. La profesora María Rosell introduce el estudio realizando una aproximación al tema marco con el texto La forja de la cultura española. Un enfoque interdisciplinar y María Luisa Ortega, profesora de Comunicación Audiovisual, lo inaugura con Ficciones documentales en el audiovisual. Joaquín Álvarez Barrientos, doctor en Filología Hispánica, profundiza también en la falsificación y el engaño desde perspectivas autorales con el texto titulado Retablo de imposturas. María Encina Cortizo, musicóloga, aporta la perspectiva desde el seno de la música con Los procesos de falsificación en música. Gloria Mora, doctora en Geografía e Historia, lleva a cabo un barrido histórico por La falsificación histórica en España. Los sociólogos Beatriz Santamarina y Albert Moncusí tratan El mercado de la autenticidad. Las nuevas ficciones patrimoniales. Francisco García Jurado, doctor en Filología, escribe sobre Reinventar la antigüedad. Los estudios clásicos a partir del siglo XVIII. El investigador de la Universidad de Münster, Francisco Javier Ramón Solans expone el aspecto religioso con In illo tempore. Una lectura católica de los orígenes míticos de la nación española. Francisco Pelayo, investigador del CSIC, concluye el bloque con el texto Falseando la investigación. Las malas prácticas científicas en España. Francisco J. Satué ofrece, en las páginas dedicadas a la Creación Literaria, el cuento Los pecados y castigos de Monge. Iván Cerdán Bermúdez presenta una crítica conjunta a las últimas películas de cuatro cineastas españoles: Ignacio Vilar, Ángel Santos, Daniel Guzman y Sergi Pérez bajo el título El extraño caso del cine español. Concluyen este número de julio-agosto, en la sección Libros, los críticos Amalia Iglesias Serna, Ángela Baldellou y Carlos Navarro González con sus reseñas sobre las obras Juan Larrea (El hombre al que perseguían las palomas); Arquitectos españoles exiliados en México y El Telón Rasgado. El Quijote como puente cultural con el mundo soviético y postsoviético, respectivamente.

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