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Se cumplen 68 años del fallecimiento del filósofo José Ortega y Gasset


Este 18 de octubre se cumplen 68 años del fallecimiento del filósofo José Ortega y Gasset, una de las figuras intelectuales más relevantes de comienzos del siglo XX en España. Su legado y obra siguen siendo, a día de hoy, una importante referencia, pues a lo largo de su carrera desafió las convenciones de su tiempo y promovió un pensamiento crítico que sigue inspirando a generaciones posteriores.

De Málaga a Alemania: primeros estudios e influencias

Ortega nació en una familia de la alta burguesía madrileña, donde la influencia intelectual fue significativa. Su entorno familiar estaba estrechamente vinculado con El Imparcial, uno de los periódicos más destacados de la época, pues había sido fundado por su abuelo, Eduardo Gasset, y más tarde dirigido por su padre, José Ortega Munilla.

La formación académica de Ortega se inició en el Colegio de Miraflores de El Palo (Málaga), y años más tarde continuó en la Universidad de Deusto y la Universidad Central de Madrid. A este respecto fueron esenciales sus viajes a Alemania, donde se acercó a la filosofía neokantiana, particularmente bajo la influencia de Hermann Cohen y Paul Natorp en Marburgo; además de George Simmel y la fenomenología de Edmund Husserl. Estos viajes y experiencias marcaron el inicio de su camino filosófico, donde buscaba una forma de superar el subjetivismo y comprender la relación entre la conciencia y la realidad.

En 1914, a los treinta y un años, Ortega publicó su primer libro, Meditaciones del Quijote (1914), donde fusionó elementos del idealismo neokantiano con análisis fenomenológicos. Este libro también reveló indicios del raciovitalismo que caracterizaría sus obras posteriores. Ortega estaba decidido a explorar la vida humana en su entorno, desafiando la modernidad cartesiana y kantiana que aislaba al individuo en su propia conciencia. Con esta obra Ortega buscaba elevar la realidad a su máximo significado para transformarla y salvarla, incluyendo a España.

El pensamiento de Ortega: un enfoque filosófico y político

A lo largo de su vida, Ortega profundiza en la filosofía y se involucra en la política. A partir de 1907, sus artículos en la prensa adquieren un tono político. Busca reformar el liberalismo decimonónico respetando sus principios esenciales –los derechos y libertades fundamentales– para que el Estado redistribuya la riqueza en beneficio de las clases más desfavorecidas y promueva el acceso universal a la cultura.

Ortega también abogó por un liberalismo socialista y un socialismo ético que transformen la sociedad sin recurrir a la revolución, propuestas que chocan con los partidos políticos de la Restauración. Se acerca a figuras como Alejandro Lerroux, pero su cercanía es más circunstancial que sincera. Posteriormente, se une al Partido Reformista de Melquiades Álvarez. A pesar de sus esfuerzos por reformar la política, Ortega se siente incómodo y no llegó a presentarse a ningunas elecciones, ya que su verdadera pasión era buscar la verdad.

Vivió siempre una lucha interna entre su interés por ser un hombre con influencia social, capaz de marcar el devenir histórico de su país desde su posición de intelectual, y el placer de encerrarse en sus lecturas, sus pensamientos y sus clases. 

Finalmente funda la revista El Espectador, donde muestra un enfoque más filosófico buscando atraer a un público minoritario. Si bien su proyecto de revista no prospera, continúa produciendo una filosofía que se destaca por su perspectiva raciovitalista. A lo largo de la década de 1920, Ortega desarrolla sus ideas sobre la filosofía de la razón vital y la importancia de la vida en la filosofía. Argumenta que el ser humano es histórico, un ser biográfico que se compone de un yo y su circunstancia. Además, aboga por la necesidad de aumentar el nivel cultural de la sociedad y ve la cultura como la clave para la libertad del pueblo.

Ortega también se preocupa por la crisis de creencias en la sociedad contemporánea, que culmina en su obra La rebelión de las masas (1929). En esta obra, identifica el surgimiento de un «hombre-masa» que se cree con derecho a todo sin preocuparse de si tiene o no deberes, una actitud que, según el filósofo, pone en peligro tanto la ciencia como la democracia liberal.

En 1923 funda Revista de Occidente, una publicación que a día de hoy continúa siendo un espacio cultural que recoge lo más relevante del pensamiento, la ciencia, la creación plástica, literaria, cinematográfica y audiovisual con los mismos objetivos que le guiaron a él.

El pensamiento de Ortega continúa evolucionando, y en sus últimos años, se enfoca en la importancia de la vocación y el esfuerzo personal y destaca al «hombre-egregio», es decir, aquel que se esfuerza por ser él mismo y no se conforma con la mediocridad.

Ortega y su defensa por hacer accesible la cultura y la educación

José Ortega y Gasset fue un filósofo y pensador destacado cuyas ideas abordaron la importancia de la filosofía, la búsqueda de la verdad y el papel de la universidad en la sociedad, tal y como plasma en Misión de la Universidad (1930). Consideraba que la labor del profesor era «contaminar» a sus alumnos con el placer de la filosofía y el amor por el conocimiento. Defendió lo que llamó la «pedagogía de la contaminación», instando a guiar a los estudiantes hacia la verdad en lugar de decírsela directamente.

Ortega sostenía que la universidad tenía una doble función: enseñar las profesiones que requerían esfuerzo intelectual y desarrollar la investigación. Sin embargo, con el tiempo, reconsideró su perspectiva y enfocó la misión de la universidad en la formación de un «estudiante medio» en lugar de convertir a todos en científicos. Abogaba por una Facultad de Cultura que enseñara a los estudiantes las ideas vitales del tiempo, en la que el estudiante aprendería a construir su visión del mundo.

A lo largo de su vida, Ortega se comprometió en difundir la cultura y promover la educación accesible, participando en proyectos culturales y científicos que llevaron a España a la vanguardia del pensamiento. Su influencia y contribuciones en el ámbito cultural y educativo han dejado un legado perdurable en la historia intelectual, dejando una huella significativa en la sociedad que sigue resonando en nuestros días.

Fuente: Una metafísica para la vida, de Javier Zamora Bonilla


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Se cumplen 68 años del fallecimiento del filósofo José Ortega y Gasset


Este 18 de octubre se cumplen 68 años del fallecimiento del filósofo José Ortega y Gasset, una de las figuras intelectuales más relevantes de comienzos del siglo XX en España. Su legado y obra siguen siendo, a día de hoy, una importante referencia, pues a lo largo de su carrera desafió las convenciones de su tiempo y promovió un pensamiento crítico que sigue inspirando a generaciones posteriores.

De Málaga a Alemania: primeros estudios e influencias

Ortega nació en una familia de la alta burguesía madrileña, donde la influencia intelectual fue significativa. Su entorno familiar estaba estrechamente vinculado con El Imparcial, uno de los periódicos más destacados de la época, pues había sido fundado por su abuelo, Eduardo Gasset, y más tarde dirigido por su padre, José Ortega Munilla.

La formación académica de Ortega se inició en el Colegio de Miraflores de El Palo (Málaga), y años más tarde continuó en la Universidad de Deusto y la Universidad Central de Madrid. A este respecto fueron esenciales sus viajes a Alemania, donde se acercó a la filosofía neokantiana, particularmente bajo la influencia de Hermann Cohen y Paul Natorp en Marburgo; además de George Simmel y la fenomenología de Edmund Husserl. Estos viajes y experiencias marcaron el inicio de su camino filosófico, donde buscaba una forma de superar el subjetivismo y comprender la relación entre la conciencia y la realidad.

En 1914, a los treinta y un años, Ortega publicó su primer libro, Meditaciones del Quijote (1914), donde fusionó elementos del idealismo neokantiano con análisis fenomenológicos. Este libro también reveló indicios del raciovitalismo que caracterizaría sus obras posteriores. Ortega estaba decidido a explorar la vida humana en su entorno, desafiando la modernidad cartesiana y kantiana que aislaba al individuo en su propia conciencia. Con esta obra Ortega buscaba elevar la realidad a su máximo significado para transformarla y salvarla, incluyendo a España.

El pensamiento de Ortega: un enfoque filosófico y político

A lo largo de su vida, Ortega profundiza en la filosofía y se involucra en la política. A partir de 1907, sus artículos en la prensa adquieren un tono político. Busca reformar el liberalismo decimonónico respetando sus principios esenciales –los derechos y libertades fundamentales– para que el Estado redistribuya la riqueza en beneficio de las clases más desfavorecidas y promueva el acceso universal a la cultura.

Ortega también abogó por un liberalismo socialista y un socialismo ético que transformen la sociedad sin recurrir a la revolución, propuestas que chocan con los partidos políticos de la Restauración. Se acerca a figuras como Alejandro Lerroux, pero su cercanía es más circunstancial que sincera. Posteriormente, se une al Partido Reformista de Melquiades Álvarez. A pesar de sus esfuerzos por reformar la política, Ortega se siente incómodo y no llegó a presentarse a ningunas elecciones, ya que su verdadera pasión era buscar la verdad.

Vivió siempre una lucha interna entre su interés por ser un hombre con influencia social, capaz de marcar el devenir histórico de su país desde su posición de intelectual, y el placer de encerrarse en sus lecturas, sus pensamientos y sus clases. 

Finalmente funda la revista El Espectador, donde muestra un enfoque más filosófico buscando atraer a un público minoritario. Si bien su proyecto de revista no prospera, continúa produciendo una filosofía que se destaca por su perspectiva raciovitalista. A lo largo de la década de 1920, Ortega desarrolla sus ideas sobre la filosofía de la razón vital y la importancia de la vida en la filosofía. Argumenta que el ser humano es histórico, un ser biográfico que se compone de un yo y su circunstancia. Además, aboga por la necesidad de aumentar el nivel cultural de la sociedad y ve la cultura como la clave para la libertad del pueblo.

Ortega también se preocupa por la crisis de creencias en la sociedad contemporánea, que culmina en su obra La rebelión de las masas (1929). En esta obra, identifica el surgimiento de un «hombre-masa» que se cree con derecho a todo sin preocuparse de si tiene o no deberes, una actitud que, según el filósofo, pone en peligro tanto la ciencia como la democracia liberal.

En 1923 funda Revista de Occidente, una publicación que a día de hoy continúa siendo un espacio cultural que recoge lo más relevante del pensamiento, la ciencia, la creación plástica, literaria, cinematográfica y audiovisual con los mismos objetivos que le guiaron a él.

El pensamiento de Ortega continúa evolucionando, y en sus últimos años, se enfoca en la importancia de la vocación y el esfuerzo personal y destaca al «hombre-egregio», es decir, aquel que se esfuerza por ser él mismo y no se conforma con la mediocridad.

Ortega y su defensa por hacer accesible la cultura y la educación

José Ortega y Gasset fue un filósofo y pensador destacado cuyas ideas abordaron la importancia de la filosofía, la búsqueda de la verdad y el papel de la universidad en la sociedad, tal y como plasma en Misión de la Universidad (1930). Consideraba que la labor del profesor era «contaminar» a sus alumnos con el placer de la filosofía y el amor por el conocimiento. Defendió lo que llamó la «pedagogía de la contaminación», instando a guiar a los estudiantes hacia la verdad en lugar de decírsela directamente.

Ortega sostenía que la universidad tenía una doble función: enseñar las profesiones que requerían esfuerzo intelectual y desarrollar la investigación. Sin embargo, con el tiempo, reconsideró su perspectiva y enfocó la misión de la universidad en la formación de un «estudiante medio» en lugar de convertir a todos en científicos. Abogaba por una Facultad de Cultura que enseñara a los estudiantes las ideas vitales del tiempo, en la que el estudiante aprendería a construir su visión del mundo.

A lo largo de su vida, Ortega se comprometió en difundir la cultura y promover la educación accesible, participando en proyectos culturales y científicos que llevaron a España a la vanguardia del pensamiento. Su influencia y contribuciones en el ámbito cultural y educativo han dejado un legado perdurable en la historia intelectual, dejando una huella significativa en la sociedad que sigue resonando en nuestros días.

Fuente: Una metafísica para la vida, de Javier Zamora Bonilla


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